Escuchar a quienes no hablan (publicado el 23/08/21 en La Voz de Galicia)
¿Saben ustedes eso de que a buen entendedor, pocas palabras bastan? Y yo me pregunto; ¿y muchas palabras, sobran? Este año he tenido el placer de conocer a un joven de esa especie en extinción, y he podido confirmar que sí. A Rodrigo le incomodan. Sin embargo, no es tanto la cantidad de palabras como su calidad. Ganarse su atención requiere un vocabulario selecto, preciso y directo. También una abundante dosis de paciencia. Recuerden que el buen entendedor todo lo escucha, mucho lo entiende y poco lo comparte. Ha de ser usted quien le moleste, le quite los auriculares y lo devuelva al mundo real. Ha de darle tanto tiempo como espacio, tanta atención como conversación. No evite las preguntas, pero respete su silencio. Sepa que para él es algo de lo más valioso. Insista discretamente hasta que empiece a dudar de si está rozando el acoso. Si sigue los pasos de este manual, quizá llegue a buen puerto. Yo lo hice, ¿sabe? Y resultó ser entrañable. Tras seis meses limitada a monosí